Ahí, al lado de su padre, estudió la Historia y Geografía de México. En su imaginación fabricaría un México similar a la tierra de Oz. Al menos así parecía a la vista de un joven mexicano, hijo de un diplomático y viviendo en un hotel de lujo en la 16th street de Washington con una vista majestuosa del Meridian Hill Park.
En aquella época Fuentes encontró en la lectura de Mark Tawin, en las imágenes de las películas y los diarios la capacidad de mezclar ilusiones con un corazón que latía verdad, autocelebración de triunfos.
En su escuela, una escuela pública, se reflejaban estas realidades en las que había que creer. Creyó entonces en una democracia que se iniciaba en su salón de clases, mundo en el cual, por supuesto, él participaba con una parte democráticamente importante. "En E.U.A. es importante, a cualquier edad y en cualquier ocupación, el ser "popular". No he conocido otra sociedad en la que la disciplina mantenga una alta estima. Yo era popular. Yo era "normal".
Pasarían varios años para que Fuentes lograra descubrir la realidad de la tierra mexicana. Mientras tanto vivió en Chile y Buenos Aires en donde tuvo un acercamiento importante con grandes personalidades de la esfera cultural, como Pablo Neruda y David Alfaro Siqueiros entre otros.
Llega a México a la edad de 16 años donde estudió la Preparatoria.
Se inició en el periodismo como colaborador de la revista "Hoy" y obtuvo el primer lugar del concurso literario del Colegio Francés Morelos.
Posteriormente obtiene el titulo de Licenciado en Derecho por la UNAM.
En 1950 viaja a Europa y realiza estudios de Derecho Internacional en la Universidad de Ginebra. Aquí logró complementar su perspectiva literaria: La épica moderna había sido la épica de la primera persona del singular, del Yo de San Agustín a Abelard, a Dante, Rosseau, Stendhal, Proust, Joyce.
A su regreso a México, Fuentes descubría en sí mismo que su verdadero bautismo se lograba en la idea de que no importaba a dónde fuera, el español debía ser la lengua de su obra y Latinoamérica la cultura de su lengua. Para entonces Octavio Paz había escrito dos libros que daban un nuevo perfil a la literatura mexicana: "Libertad bajo palabra" y "El laberinto de la Soledad" obras que influyeron notablemente las perspectivas de Fuentes. De su amistad con Paz aprendió que no existían culturas, razas, ni políticas privilegiadas; que nada debía apartarse de la literatura porque nuestro tiempo vivía el momento de las mortales reducciones.
Para la generación de Fuentes, el problema no consistía en descubrir la modernidad de México sino su tradición. El pasado se encontraba brutalmente dañado por la enseñanza petrificada que se impartía en las escuelas secundarias; predominaban formas grotescas de nacionalismo. Un maestro marxista le dijo en una ocasión que leer a Kafka era antinacionalista; un crítico fascista le dijo lo mismo y un autor mexicano que daba una pomposa lectura en Bellas Artes juzgaba a los lectores de Proust como prostituidos.
En 1959 publica sus primeros cuentos titulados "Los días enmascarados", reunidos en la Colección Los Presentes. Al lado de Emmanuel Carballo dirige la "Revista Mexicana de Literatura", y "El Espectador" con Víctor González Olea y Enrique González Pedrero.
El México de los años cuarenta y cincuenta que Carlos Fuentes describió en "La región más transparente", es un México imaginario, tal como escribiera sobre el México de los años ochenta y noventa en "Cristóbal Nonato". Pensaba que el Londres de Dickens y el París de Balzac no podían haberse conocido si ellos no los hubieran primero imaginado.
Su obra recibe en este momento una importante influencia: el pensamiento y la obra de Balzac.
Durante los años sesenta vivió en París, Venecia, Londres y México. En 1962 escribe "Aura" novela en la que nunca quiso resolver un enigma. Lo importante era reconocer que ahí existía un enigma.
En los setenta estuvo en el Instituto Woodrow Willson de Washington. Fue embajador de México en Francia (1972-1978) cargo al que renuncia en el momento en el que Gustavo Díaz Ordaz es nombrado embajador de México en España. El Ex-Presidente era el asesino del movimiento estudiantil del 68 en Tlatelolco.
En 1984 recibe el Premio Nacional de Ciencias y en 1987 se le otorga el Premio Cervantes. El 1994 recibió el Premio Príncipe de Asturias.
Además se hizo acreedor a distinciones tales como la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, otorgada por el Gobierno sandinista (1988); la Orden al Mérito en Chile (1993) y la española Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2008).
Murió el 15 de mayo de 2012 en un hospital de Ciudad de México por una hemorragia en el tubo digestivo a la edad de 83 años.
Obra
- Los días enmascarados (1954) |