Posteriormente, se realizaría, por orden Catalina García Fernández, el actual Convento, en la casa que tenía una tía suya, María Fernández, antigua impresora de la Universidad. Esta construcción se comenzaría a realizar a partir del año 1670.
Para este proyecto se partió de un antiguo colegio femenino que se había instalado en las dependencias que anteriormente habían albergado los talleres de impresión.
Actualmente, se encuentra en una pequeña plazoleta en la que también podemos ver un monumento al Arzobispo Carrillo; una estatua en bronce realizada por el escultor Santiago de
Santiago en 1987.
En su sencilla fachada destacan la imagen de San Diego de Alcalá y el escudo de Cisneros.
Pero si por algo es conocido este convento es por sus famosas almendras garrapiñadas, una especialidad típica de la gastronomía alcalaína, que en él se elaboran y que se adquieren a través de un curioso torno.
